Una luna gibosa, menguante, y las horas tan largas. Dejo a mis hijos una tierra quebrada. He fracasado. Y estoy tan cansado, ahora; tan cansado. ¿Qué debería haber hecho? Y qué debo hacer ahora?
Allá, a través de la claraboya, la luna me reprocha. El tiempo malgastado; las ambiciones frivolas. Y ahora es demasiado tarde: soy viejo, estúpido, frágil. Mi única habilidad es el entendimiento de palabras oscuras, y ahora incluso eso me escapa.
No entiendo mis enemigos. No puedo persuadirlos o convencerlos. Son implacables, sin piedades. Inapelables.
Las horas tan largas. Y la mañana se rehusa a venir.
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